Uno más uno no siempre suman dos; y de igual manera, dos no es igual a
uno más uno. Esta ecuación, que en un principio podría parecer
sencilla, esconde un binomio de solución cuanto menos compleja; y ésto
cuando la tiene. Para que cualquier procedimiento empleado en su
resolución sea válido, habríamos de partir de una base que respalde cada
paso lógico usado, y debe, en consecuencia, demostrarse cada afirmación
no trivial. Aún así, estaríamos corriendo grave riesgo de caer en el
error, ya que nosotros, los humanos, ni mucho menos somos números
reales. Y conviene tenerlo en cuenta, ya que nuestra mente,
profundamente
empírica y cuadrada, a veces puede olvidarse de ciencias menos
absolutistas. No existe axioma ni ciencia exacta que nos desvele la
incógnita de manera absoluta.
De entre las diversas formas de interacción biológica que
se dan entre seres nos encontramos con pares cuya mezcla a veces no
resulta siempre aditiva. Así, uno y uno no serían dos. Lo vemos en todas
partes, en la naturaleza misma. La simbiósis biológica abarca un gran
espectro de relaciones y en este afán por sumarlo todo se pueden caer
algunos. Nos encontramos con las relaciones mutualistas, por ejemplo, en
las que uno y uno pueden ser dos, tres, cuatro y hasta cinco, siempre a
pares. Es cuando al sumar, se multiplica. En el caso de tratarse de
elementos neutros, ésos que ni suman ni multiplican, el resultado varía
poco o lo reduce a nada. Y por ejemplo, en el caso de las parasitarias,
el resultado del binomio uno más uno resultaría negativo. Resta. Pero
ésto no acaba aquí, se podría seguir así con un sinfín de interacciones,
tantas como respuestas obtendríamos para nuestra ecuación; prácticamente una por cada par, una incluso para cada persona.
Y es que sólo tenemos que salirnos de tanta racionalidad para encontramos con que la
pista ya la daba Lorca en aquel 'Pequeño Poema Infinito' al afirmar que "el dos no ha sido nunca un número, porque es una angustia y
su sombra".
J.M
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